Es verdad que una producción de calidad requiere de más inversión económica y, por consiguiente, el producto final no puede ser excesivamente barato. Sin embargo, algunas marcas se aprovechan de este razonamiento lógico y aumentan el precio del aceite de oliva para confundir a los menos conocedores.
El precio no lo es todo
Existen aceites de oliva virgen extra de calidad superior que no se obtienen por un precio elevado; por tanto, esto no puede ser un parámetro de selección. Estos cuatro aspectos imprescindibles a tener en cuenta para reconocer un buen aceite de oliva pueden ayudarte a optar por el más apropiado, sin necesidad de gastar en exceso:
• Que sea virgen extra. Ya sea porque lo diga en la etiqueta, o por tener menos de 0.8º de acidez.
• Que haya sido obtenido por procesos fríos. El envase del aceite debe indicar que el aceite fue prensado en frío, o extraído en frío para garantizar un aceite repleto de cualidades beneficiosas.
• Que su envase sea oscuro y de buen material. Una botella de vidrio oscura es algo que se ve más rápido que el precio del aceite de oliva. Este tipo de envase es sumamente necesario para proteger el aceite y conservarlo en óptimas condiciones. .
• Su fecha de caducidad. Cuanto más fresco sea el producto, más nutrientes y más propiedades organolépticas tendrá. Asegúrate de que la fecha de caducidad esté bastante alejada del momento de adquisición.
Un producto como el aceite Carapelli, cuidado en cada paso de su producción y formulado con el propósito de estimular el disfrute de aquellos que lo consuman, no necesita elevar sus precios. Es por ello que el precio del aceite de oliva no debe ser jamás un parámetro de distinción.