Como bien sabes, la dieta mediterránea tiene múltiples de beneficios para tu salud. En especial para tu salud cardiovascular. Yo soy un amante de esta dieta, no sólo porque es sana, sino también porque es la que mejor me sienta y con la que disfruto más. Hoy he venido a contarte los entresijos de la pirámide alimenticia de la dieta mediterránea, para facilitarte el acceso a ella y para que disfrutes, tanto como yo, de esta espléndida forma de vida.
Cuida tu cuerpo
Cuando paseo por el olivar no sólo estoy admirando la belleza de los olivos y oliendo sus frutos, también lo hago como una actividad física diaria. Mover el cuerpo es imprescindible para una vida sana, y por eso la base de esta pirámide es mantener el cuerpo en movimiento.
Por otro lado, ingerir líquidos como agua o infusiones es fundamental para estar bien hidratado y tener un funcionamiento digestivo óptimo.
La pirámide de la dieta mediterránea, ¿qué alimentos debes consumir?
En cada comida principal debes consumir una o dos frutas —preferentemente media hora antes de la comida—. A esta base de la pirámide de la dieta mediterránea se le suma una gran cantidad de verduras, aceite de oliva, y cereales, si son integrales, mejor. Puedes darle un toque a tus platos con hierbas, especias, ajo, y cebolla para que destaquen sus sabores.
El consumo diario de aceitunas (como las Peranzana o las Taggiasca de Carapelli), frutos secos y semillas es bienvenido. Como un tentempié, son alimentos idóneos para saciar el hambre. Además, también es recomendable que consumas derivados lácteos como yogur y queso, pero sin abusar de ellos.
Consume pescado, marisco, carne blanca, huevo y legumbres dos veces por semana. Es conveniente que reserves la carne roja, los embutidos y las patatas para una vez por semana, y los alimentos dulces como los postres, o helados para ocasiones muy especiales.
Como puedes ver, no existen alimentos prohibidos, sino frecuencia en su consumo. Basa tus comidas en vegetales, aceite de oliva y cereales, y notarás más energía, vitalidad y ligereza en tu cuerpo, sin dejar de disfrutar de una comida espléndida.