Todo líquido tiene un punto de ebullición. Seguramente has observado múltiples veces cómo las burbujas del agua luchan por salir a la superficie transformadas en vapor, cuando el agua hierve. Algo parecido ocurre con el aceite de oliva. El punto de ebullición del aceite de oliva ronda los 180ºC, una temperatura alta si la comparas con la del agua. A partir de este punto, el aceite puede calentarse más, pero con el riesgo de que se queme.
El humeo del aceite de oliva
Así es, a pesar de que el aceite sea un líquido, puede quemarse; no es como el agua, que simplemente se evapora y desaparece. El aceite de oliva está conformado por muchas propiedades nutritivas magníficas que, al calentarse en exceso, se pueden quemar y echar a perder. Por eso, es sumamente importante tener controlada la temperatura de nuestro aceite de oliva, sobre todo cuando lo uses para freír.
Así que, si ves que está llegando el punto de ebullición del aceite de oliva, controla la temperatura para evitar que el aceite se queme. En caso de que empiece a humear, significa que el aceite se está llegando al límite de su temperatura. En ese momento, lo mejor es apagarlo y no consumirlo, ya que tanto su sabor como sus atributos se habrán estropeado. Para disfrutar mucho más de tus platos, consume el aceite de oliva virgen extra Carapelli en su momento de máxima calidad.